Aunque la capacidad extintora del bicarbonato sodio ya se conocía a finales de la primera década del siglo XIX, no fue sino hasta 1928 cuando se desarrollo un extintor eficaz, activado por cartuchos, a base de polvo químico. Las investigaciones condujeron a la aparición en 1943 de un agente mejorado, finamente granulado y en 1947, a otro tipo todavía más eficaz.
A medida que se acrecentó el empleo de líquidos inflamables, aparecieron agentes en polvos más efectivos. En 1959 se introdujo un agente a base de bicarbonato potasico dos veces más eficaz que el de bicarbonato sodico ordinario.
En 1961 se introdujo un nuevo tipo de agente, denominado “polvos químicos polivalentes”. Tenia la doble ventaja de ser un 50% más efectivo en fuegos de líquidos inflamables y aparatos eléctricos y ser, además, capaz de extinguir fuegos de combustibles ordinarios. Al principio se empleo fosfato diamonico por ser mas barato, pero este fue pronto sustituido por fosfato monoamonico, considerablemente menos higroscópico.
En 1968 se introdujo un agente a base de cloruro potasico. Era un 80 % más efectivo que el polvo químico ordinario, pero más corrosivo e higroscópico que el bicarbonato potasico. En 1967 se desarrollo en Europa ( introduciéndose en Estados Unidos en 1970), un agente a base de bicarbonato potasico y urea. Su efectividad era dos veces y media mayor a la del polvo químico ordinario.